El precio de querer tenerlo todo claro: ansiedad, control y desconexión emocional
¿Alguna vez sentiste que ya tenías toda la información, toda la lógica y todos los argumentos para tomar una decisión... pero igual no podías hacerlo?
No era falta de claridad mental, era otra cosa.
Y con el tiempo, descubrí que esa "otra cosa" suele ser miedo. Miedo a perder, a equivocarte, a soltar lo que ya conoces, a lo que pueda pasar después.
En esos momentos, lo que se bloquea no es la mente, es la serenidad y, sin ella, ninguna decisión se siente segura.
La falsa claridad como disfraz del miedo
En mi trabajo con líderes y emprendedores, lo veo una y otra vez: personas brillantes, con pensamiento estratégico, gran capacidad de análisis y claridad sobre sus opciones y ,aún así, atrapadas.
Postergan, analizan una vez más, dudan, esperan el momento perfecto… Pero lo que esperan en realidad no es más claridad, es alivio.
Alivio de no sentir miedo.
Alivio de no cargar con las consecuencias.
Alivio de no equivocarse.
Entonces se refugian en lo mental, en la estructura y en el control. Y eso crea una trampa sutil: creer que tenerlo todo claro es lo mismo que estar listo para actuar.
El nuevo juego: no perder
Hace tiempo que muchos líderes dejaron de jugar para ganar, ahora juegan para "no perder".
Para no decepcionar.
Para no fallar.
Para no ser cuestionados.
Para no exponerse a lo que no pueden controlar.
Y eso tiene un costo: desconectarte del disfrute, de la confianza, del sentido profundo de por qué haces lo que haces.
Vivimos en una cultura que sobrevalora la claridad y subestima la serenidad. Nos entrenan para pensar, decidir y ejecutar pero no para sostener las emociones que esas decisiones despiertan.
La serenidad como condición de posibilidad
La serenidad no es quedarse quieto, tampoco es reprimir lo que sentimos. Es una presencia activa, una confianza tranquila que nos permite movernos sin certezas absolutas.
Es aceptar que no podemos controlar todo, que hay cosas que simplemente nos atraviesan y que, a pesar de eso, podemos elegir.
Serenidad es dejar de correr para evitar perder... y empezar a vivir para estar presentes.
Y para eso necesitamos volver al cuerpo, a las emociones, a esa inteligencia silenciosa que nos dice:
"No es por ahí."
o
"Sí, es por ahí... pero respira más lento."
Del miedo al liderazgo auténtico
A veces creemos que necesitamos más tiempo o más respuestas para avanzar. Pero en realidad, lo que necesitamos es presencia.
Porque cuando nos frenamos frente a una decisión, no siempre es por falta de información. Muchas veces es el miedo —sutil, silencioso— el que se disfraza de análisis, de perfeccionismo, de prudencia excesiva.
El verdadero liderazgo no es tomar decisiones con la certeza de que saldrá bien. Es decidir con serenidad, incluso cuando no hay garantías.
Y ahí, en ese borde, es donde te invito a reflexionar con estas tres preguntas:
¿Estás buscando claridad para avanzar... o para evitar sentir?
¿Qué miedo está oculto detrás de esa decisión que sigues postergando?
¿Y si soltar el control fuera el verdadero acto de liderazgo que necesitas hoy?
¡Te leo!
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